Haití, dolor y esperanza
Por Onell A. Soto, obisposoto@aol.com
Nunca antes los medios de comunicación se habían volcado tan masivamente ante una catástrofe natural. Normalmente reportaban los principales hechos y se marchaban a informar de otras noticias. No ha pasado así con Haití, la tragedia es tan grande y el dolor tan intenso que la gran mayoría de los medios se han quedado para seguir informando y lo que es un ejemplo, muchos reporteros han pasado a ser voluntarios humanitarios ayudando a los más necesitados. Los que vemos la televisión con asiduidad nos ha conmovido ver a "nuestros" reporteros sudorosos, cansados y hasta hambrientos realizando obras similares a las del bíblico Buen Samaritano. Llegue hasta ellos nuestras felicitaciones y nuestro agradecimiento.
Los expertos siguen diciendo que la historia reciente no recuerda una situación tan triste y tan caótica. Un informe de las Naciones Unidas dice en un cálculo preliminar que la reconstrucción básica de Puerto Príncipe puede costar mil millones de dólares. Aunque no totalmente el agua, los alimentos y el personal médico están llegando poco a poco a los más necesitados. Hasta hoy (sábado 23) hay calles y caminos con obstáculos difíciles de remover poblados de cadáveres a derecha e izquierda. El gobierno ha dispuesto su sepultura en fosas comunes a pesar de lo difícil que es esta tarea. Conmueve aún a los más fuertes verlos buscando a sus seres queridos sin encontrarlos.
Quizás Brasil sea el país que perdió más ciudadanos, cuando se derrumbó el edificio sede de la misión de las Naciones Unidas. En este lugar pereció Hedi Annabi, 65, de Túnez, jefe de la misión y su diputado el brasileño Luiz Carlos da Costa. También murió el comisionado de policía Doug Coates, ciudadano de Canadá. Otros brasileños que formaban parte de la guarnición militar también murieron. La prensa de Brasil ha destacado la muerte de Zilda Arns, coordinadora internacional de la Pastoral de la Niñez de los obispos de Brasil, que se encontraba en Haití. Su hermano fue cardenal de Sao Paulo.
La Iglesia Metodista Unida perdió a Sam Dixon, 60, oficial del comité nacional de ayuda en Nueva York que se encontraba en Puerto Príncipe el día de la tragedia. El convento y las demás instalaciones regenteadas por la Orden de Santa Margarita, una orden monástica episcopal, se destruyeron pero las hermanas han decidido permanecer en el país ayudando a los heridos y enfermos pese a los peligros de otros sismos y las difíciles condiciones actuales. "Muchas personas necesitan ayuda pastoral y espiritual lo mismo que material y nosotras hacemos lo que podemos", dijo Sor Adele Marie, la asistenta de la madre superiora en la Casa Matriz en Boston.
La diócesis episcopal de la República Dominicana está sirviendo de trampolín para llegar a Puerto Príncipe tanto en términos de ayuda material como de personal. En carta circular el obispo de Haití, Jean Zaché Duracín, agradece las oraciones y la ayuda que ha recibido Haití en estos momentos pero advierte que los que visitan al país sin una misión definida, pueden obstaculizar las labores de auxilio y consumir alimentos que se necesitan para los damnificados. Deben saber también que el "olor es insoportable".
En Miami cientos de haitianos que vivían como indocumentados en el país recibirán un permiso especial (TPS) para poder permanecer en Estados Unidos por seis meses. Las autoridades de inmigración calculan que unas 200,000 personas solicitarán este documento. Un problema serio es que la gran mayoría de estas personas no tienen los 340 dólares que cuesta este documento. Por otra parte, se ha informado que Estados Unidos acelerará los trámites ya comenzados para la adopción de menores. La oficina de inmigración ha advertido que no tolerará ningún éxodo de haitianos hacia los Estados Unidos.
Katharine Jefferts Schori, obispa presidenta de la Iglesia Episcopal, ha hecho un llamado a todos los miembros de la iglesia y personas de Buena voluntad para que "ofrezcan sus oraciones, sus talentos y experiencia y sus recursos económicos" para ayudar a Haití en este momento de verdadera necesidad.
En un artículo publicado hoy por El Nuevo Herald de Miami, los Guías Espirituales del Exilio dicen: "¡Bendiga Dios al pueblo de Haití y bendigamos a quienes en su Nombre debemos ser instrumentos suyos para restañar lágrimas, curar heridas, proveer pan e impartir consuelo!"